Kuchisake-onna: La Aterradora Historia de La Dama de la Boca

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KUCHISAKE_ONNA_LA_DAMA_DE_LA_BOCA_CORTADA

La leyenda urbana japonesa más escalofriante que no te dejará dormir

Tiempo de lectura: 15 minutos | Categoría: Terror Japonés | Nivel de miedo: ⭐⭐⭐⭐⭐

¿Qué es Kuchisake-onna?

Kuchisake-onna, conocida como “La Dama de la Boca Cortada”, es una de las leyendas urbanas más terroríficas de Japón. Este espíritu vengativo acecha las calles nocturnas haciendo una pregunta aparentemente inocente: “¿Soy bonita?”. Pero cuidado, porque no hay respuesta correcta.

La Maldición de la Pregunta Fatal

Esta historia de terror japonés se ha transmitido durante décadas, aterrorizando a generaciones enteras. Lo que hace a Kuchisake-onna especialmente aterradora es que, sin importar cómo respondas a su pregunta, el resultado siempre es el mismo: terror puro.


Capítulo 1: La Pregunta Maldita

El Encuentro Nocturno que Cambió Todo

¿Alguna vez te has preguntado qué pasaría si te encontraras cara a cara con un espíritu vengativo en una noche oscura?

Era una noche típica de viernes en las calles de Shibuya. Cuatro amigos – Hiroshi, Kenji, Takeshi y Masa – salían de un karaoke, con esa confianza que solo tienen los adolescentes de 17 años cuando se sienten invencibles.

“¡Oye, vamos por el callejón!”, gritó Hiroshi, el más aventado del grupo. “Es más rápido para llegar a la estación.”

“No, ese lugar está muy tenebroso”, protestó Masa, el más precavido de todos.

Pero ya sabes cómo son los jóvenes cuando andan en grupo. Nadie quiere verse como el cobarde, así que todos le siguieron el juego.

El Callejón de las Sombras

El callejón estaba más oscuro que la boca del lobo. Las luces de los faroles apenas llegaban, creando sombras que se movían como si tuvieran vida propia. El viento hacía un ruido extraño, como si alguien estuviera susurrando secretos macabros.

Y ahí es donde todo cambió para siempre.

Al fondo del callejón, bajo la única luz que funcionaba, había una figura. Una mujer, parada completamente inmóvil, como si fuera una estatua. Usaba un abrigo largo y oscuro, tenía el cabello negro que le caía hasta los hombros, y lo más llamativo: una mascarilla quirúrgica blanca que le cubría la mitad inferior del rostro.

La Presencia Sobrenatural

“¿Qué pasa con esa mujer?”, murmuró Kenji. “Se ve muy extraña.”

Los chavos se acercaron lentamente, con esa curiosidad morbosa que caracteriza a los adolescentes. La mujer no se movía ni un centímetro. Era como si ni siquiera respirara.

Cuando estuvieron a unos metros de distancia, la mujer lentamente levantó la cabeza. Sus ojos… eran lo más perturbador que habían visto en su vida. Completamente negros, como dos pozos sin fondo, y los miraba con una intensidad que les heló la sangre.

La Pregunta que lo Cambió Todo

Con una voz que sonaba como si viniera del más allá, como si fuera un eco de ultratumba, les preguntó:

“¿Soy bonita?”

Los cuatro se quedaron helados. Esa pregunta, tan simple, tan inocente en cualquier otro contexto, ahí sonaba como una sentencia de muerte.

Hiroshi, que siempre había sido el más lanzado con las chicas, se aclaró la garganta y con voz temblorosa respondió:

“Eh… sí, claro que sí.”

La Revelación Horrible

La mujer, lentamente, como si estuviera disfrutando cada segundo del terror en sus ojos, se llevó las manos a la mascarilla. La desató con movimientos deliberados, casi ceremoniosos.

Cuando se quitó la mascarilla, los chavos casi se desmayan del susto.

Su boca… su boca estaba cortada de oreja a oreja en una sonrisa grotesca que mostraba dientes manchados de sangre. La piel alrededor de la herida estaba cosida con hilo negro, como si alguien hubiera intentado repararla de la peor manera posible.

“¡Dios mío!”, gritó Takeshi.

Pero antes de que pudieran reaccionar, la mujer sacó de su abrigo unas tijeras enormes, oxidadas y manchadas de sangre seca.

“Ahora tú también vas a ser bonito”, dijo con esa voz de ultratumba, mientras su sonrisa grotesca se hacía aún más amplia.


Capítulo 2: No Hay Respuesta Correcta

La Persecución Sobrenatural Comienza

¿Pensaste que con decirle “sí” se acababa el problema? La pesadilla apenas comenzaba.

Los cuatro corrieron como si el diablo los persiguiera. Y prácticamente así era. Detrás de ellos escuchaban los pasos de Kuchisake-onna, pero no eran pasos normales. Sonaba como si arrastrara algo pesado, y entre cada paso se oía un sonido metálico… las tijeras.

“¡No puede ser, no puede ser!”, gritaba Masa mientras corrían por el callejón.

El Refugio Falso

Llegaron a la calle principal, jadeando como perros. Se escondieron detrás de un puesto de ramen que ya estaba cerrado. El corazón les latía tan fuerte que parecía que se les iba a salir del pecho.

“¿Ya se fue?”, susurró Kenji.

Hiroshi asomó la cabeza lentamente. El callejón estaba vacío. Silencioso. Como si nada hubiera pasado.

“No está”, dijo aliviado. “Seguro ya…”

“¿Soy bonita?”

La Segunda Prueba

Los cuatro voltearon al mismo tiempo. Ahí estaba Kuchisake-onna, parada a menos de dos metros de ellos, con esa sonrisa horrible y las tijeras brillando bajo la luz de los letreros de neón.

Esta vez no le dijeron que sí. Esta vez, Masa, paralizado del terror, tartamudeó:

“N-no… no eres bonita.”

La sonrisa de Kuchisake-onna desapareció inmediatamente. Su expresión se volvió de pura ira, de odio concentrado. Sus ojos negros parecían absorber toda la luz alrededor.

“¿NO SOY BONITA?”, gritó con una voz que hizo que se quebraran los vidrios de las tiendas cercanas.

El Ataque Frustrado

Sin más aviso, se lanzó hacia Masa con las tijeras por delante. Los otros tres no pudieron hacer más que gritar y correr, dejando a su amigo atrás.

Masa cerró los ojos, esperando sentir el frío del metal, pero el corte nunca llegó.

Cuando abrió los ojos, Kuchisake-onna estaba parada frente a él, pero no lo estaba atacando. Lo miraba fijamente, como estudiándolo.

“No soy bonita…”, murmuró, y por un momento, su voz sonó triste, vulnerable. “Nadie nunca me ha dicho que no soy bonita.”

Pero ese momento de humanidad duró menos que un suspiro.

Su expresión cambió otra vez a pura maldad. “¡Entonces también tú vas a ser feo como yo!”

La Estrategia Desesperada

Esta vez sí atacó, pero Masa logró rodar y esquivar las tijeras por centímetros. Se levantó corriendo y alcanzó a sus amigos, que lo esperaban en la siguiente esquina.

“¿Qué pasó?”, gritó Hiroshi. “¿Por qué no te atacó inmediatamente?”

“No sé”, jadeó Masa. “Pero creo que la confundí al decirle que no era bonita. Como que no esperaba esa respuesta.”

Takeshi, que siempre había sido el más inteligente del grupo, recordó algo que había leído en internet.

“Esperen, tengo una idea”, dijo temblando. “Dicen que si le respondes algo ambiguo, se confunde y te da tiempo de escapar.”

La Tercera Aparición

Como si hubiera escuchado la conversación, Kuchisake-onna apareció otra vez, esta vez saliendo de una alcantarilla como una pesadilla hecha realidad.

“¿Soy bonita?”, preguntó de nuevo, pero esta vez su voz tenía un tono más desesperado, más urgente.

Los chavos se miraron entre sí. Era ahora o nunca.

Takeshi se armó de valor y dijo: “Eres… promedio.”

Kuchisake-onna se quedó completamente inmóvil. Su cabeza se ladeó como la de un perro confundido. Abrió y cerró la boca varias veces, como si estuviera procesando información.

“Pro… medio?”, murmuró. “¿Qué significa… promedio?”

Era su oportunidad. Los cuatro corrieron como nunca en su vida, pero esta vez sabían que necesitaban un plan mejor que solo correr.


Capítulo 3: La Cacería Nocturna

El Refugio del 7-Eleven

Los chavos corrieron hasta encontrar un 7-Eleven que estaba abierto las 24 horas. Se metieron como alma que lleva el diablo, jadeando y sudando frío. El empleado, un señor mayor que había visto de todo en los turnos nocturnos, los miró extrañado.

“¿Están bien, muchachos?”

“Sí, sí”, mintió Hiroshi. “Solo… necesitamos agua.”

Se dirigieron a la parte de atrás de la tienda, entre los refrigeradores, tratando de calmarse. Pero el corazón todavía les latía como tambor de guerra.

La Calma Engañosa

“¿Creen que haya funcionado?”, preguntó Kenji, mirando hacia la ventana.

“Espero que sí”, dijo Masa. “Porque no quiero volver a ver esa cara en mi vida.”

Su tranquilidad duró exactamente tres minutos.

Las luces de la tienda empezaron a parpadear. El refrigerador se apagó de repente. El empleado se asomó desde el mostrador con cara de confusión.

“Qué raro, nunca pasa esto…”

El Coro del Terror

Y entonces la escucharon. Esa voz de ultratumba que ya conocían muy bien:

“¿Soy bonita? ¿Soy bonita? ¿SOY BONITA?”

La pregunta se repetía como un disco rayado, cada vez más fuerte, cada vez más desesperada. Venía de todas partes y de ningún lado a la vez.

Los chavos se asomaron por la ventana y casi se desmayan.

La Multiplicación del Horror

Kuchisake-onna estaba parada en medio de la calle, pero ya no se veía como una mujer normal. Se había transformado en algo mucho peor. Su cabello flotaba como si estuviera bajo el agua, su abrigo ondeaba sin viento, y sus ojos… sus ojos ahora brillaban como linternas en la oscuridad.

Y lo más terrorífico de todo: había empezado a multiplicarse.

No era una sola Kuchisake-onna. Eran cinco, diez, veinte figuras idénticas, todas preguntando lo mismo al mismo tiempo:

“¿SOY BONITA? ¿SOY BONITA? ¿SOY BONITA?”

La Experiencia del Empleado

El empleado se acercó a la ventana y cuando vio lo que había afuera, se persignó tres veces seguidas.

“Madre santísima”, murmuró. “Es ella. Es Kuchisake-onna. Muchachos, ustedes la despertaron, ¿verdad?”

Los cuatro lo miraron con ojos de terror. “¿Usted la conoce?”

“Claro que la conozco”, dijo el señor, sudando frío. “Llevo trabajando aquí 30 años. Cada tanto aparece buscando a alguien. Pero nunca la había visto así de enojada.”

La Invasión Sobrenatural

Una por una, las figuras de Kuchisake-onna empezaron a caminar hacia la tienda. Sus pasos no hacían ruido, pero el sonido de las tijeras abriéndose y cerrándose llenaba el aire nocturno.

“No pueden entrar aquí”, susurró el empleado, más para convencerse a sí mismo que para tranquilizar a los chavos. “Las tiendas con mucha luz y muchas personas las repelen. Es parte del mito.”

Pero cuando llegaron a la puerta, las figuras no se detuvieron. Atravesaron el vidrio como si fuera agua, manteniendo esa sonrisa grotesca y sus ojos brillantes fijos en los cuatro amigos.

“¡EL MITO ESTÁ EQUIVOCADO!”, gritó Masa.

Ahora sí estaban completamente perdidos.


Capítulo 4: El Juego Mortal

El Cerco Sobrenatural

Las Kuchisake-onnas se extendieron por toda la tienda, rodeándolos. Cada una sostenía unas tijeras diferentes: unas oxidadas, otras brillantes, algunas pequeñas, otras enormes. Pero todas manchadas de sangre.

“¿Soy bonita?”, preguntaron todas al unísono, creando un eco que les heló la sangre.

El empleado, con más experiencia que los chavos, gritó: “¡Corran por la puerta de atrás! ¡Ahora!”

Pero cuando intentaron moverse, las figuras se movieron también, bloqueándoles el paso. Estaban atrapados, como ratones en una trampa.

Las Reglas del Juego Infernal

“Tienen que responder”, dijo el empleado con voz temblorosa. “Todas al mismo tiempo. Si no, nunca los van a dejar ir.”

Los cuatro se miraron entre sí. Era responder o morir.

Una de las Kuchisake-onnas se acercó más que las otras. Su sonrisa grotesca se hizo aún más amplia.

“Esta vez hay reglas”, dijo con esa voz de ultratumba. “Van a jugar mi juego favorito. Cada uno de ustedes me va a dar una respuesta diferente. Si me gusta aunque sea una, todos viven. Si no me gusta ninguna…”

Abrió y cerró las tijeras tres veces, haciendo un sonido que cortaba el aire como cuchillo en mantequilla.

Las Condiciones Imposibles

“Pero hay más”, continuó, caminando alrededor de ellos como un tiburón. “No pueden usar las mismas palabras que ya dijeron. Nada de ‘sí’, nada de ‘no’, nada de ‘promedio’.”

Los otros espíritus empezaron a reírse, un sonido que era como uñas en pizarrón multiplicado por mil.

“¿Y si no jugamos?”, preguntó Hiroshi, tratando de sonar valiente pero fallando miserablemente.

“Entonces el juego se acaba ahora mismo”, respondió Kuchisake-onna, y todas las figuras levantaron sus tijeras al mismo tiempo.

No tenían opción. Era jugar su juego mortal o morir ahí mismo.

La Primera Respuesta

“Empezamos contigo”, dijo señalando a Hiroshi. “¿Soy bonita?”

Hiroshi tragó saliva tan fuerte que se oyó en toda la tienda. Su mente trabajaba a mil por hora. ¿Qué podía decir que no fuera sí, no, o promedio?

“Eres… interesante”, dijo finalmente.

Kuchisake-onna se quedó pensando. Su cabeza se ladeó hacia un lado, luego hacia el otro.

“Interesante…”, murmuró. “No está mal. Pero tampoco está perfecto.”

Las Respuestas Siguientes

Se movió hacia Kenji. “Tu turno. ¿Soy bonita?”

Kenji estaba sudando tanto que parecía que había corrido un maratón. “Eres… única.”

“Única”, repitió Kuchisake-onna. “Mmm. Mejor que interesante, pero no perfecto.”

Y lo más aterrador era que parecía estar disfrutando genuinamente el juego.

Le tocó a Takeshi. El más inteligente del grupo, el que siempre tenía las mejores respuestas en los exámenes, se quedó completamente en blanco.

“Yo… tú… eres…”

“¡Tiempo!”, gritó Kuchisake-onna. “Si no puedes responder, pierdes automáticamente.”

Todas las figuras se acercaron un paso más. Las tijeras brillaron bajo las luces fluorescentes de la tienda.

“¡Espera!”, gritó Takeshi. “¡Eres memorable! ¡Eso es lo que eres!”

Kuchisake-onna se detuvo. “Memorable…”, murmuró, y por primera vez desde que empezó todo este horror, sonrió de manera que no se veía completamente demoníaca. “Memorable. Me gusta esa palabra.”

La Respuesta Final

Pero aún faltaba Masa. Y él era el más asustado de todos.

“Ahora tú, el que me dijo que no era bonita”, dijo Kuchisake-onna, acercándose tanto a Masa que él podía oler el olor a sangre seca que venía de su boca mutilada.

“¿Soy bonita?”

Masa temblaba tanto que parecía que estaba teniendo un ataque. Las lágrimas le corrían por las mejillas. No podía ni hablar.

“Di algo”, le susurró Hiroshi.

“Cualquier cosa”, agregó Kenji.

Takeshi lo miraba con desesperación. “Vamos, hermano. Tú puedes.”

Masa cerró los ojos, respiró profundo, y cuando los abrió, había algo diferente en su mirada. Como si hubiera encontrado valor de la nada.

“Eres aterradora”, dijo con voz clara. “Pero eso… eso te hace poderosa.”

El Momento de la Verdad

El silencio que siguió fue ensordecedor.

Todas las figuras de Kuchisake-onna se quedaron completamente inmóviles. El aire en la tienda se sintió denso, eléctrico. Incluso el empleado dejó de murmurar oraciones.

Kuchisake-onna se acercó tanto a Masa que sus narices casi se tocaron. Lo miró directamente a los ojos con esa mirada que podía congelar el alma.

“¿Aterradora me hace poderosa?”, susurró.

Masa asintió, sin apartar la mirada. “Sí. El miedo es poder. Y tú… tú tienes mucho poder.”

Y entonces pasó algo que ninguno de ellos esperaba.


Capítulo 5: La Maldición Eterna

La Risa de la Victoria

Todas las figuras empezaron a reírse al mismo tiempo. Pero no era la risa loca y aterradora de antes. Era una risa… complacida. Como si Masa hubiera dicho exactamente lo que ella quería escuchar.

“Poder…”, murmuró la Kuchisake-onna principal, saboreando la palabra. “Sí, tengo poder. Mucho poder.”

Las otras figuras empezaron a desvanecerse lentamente, como humo, hasta que solo quedó una. Pero esa una había cambiado. Ya no se veía como la mujer que habían encontrado en el callejón. Se veía más real, más sólida. Más peligrosa.

La Trampa Final

“Han jugado mi juego muy bien”, dijo con una sonrisa que seguía siendo grotesca, pero ahora tenía un toque de satisfacción genuina. “Pero hay algo que no les dije sobre las reglas.”

Los cuatro se miraron entre sí. Sabían que esto no iba a acabar bien.

“El premio por ganar mi juego… es convertirse en parte de él.”

“¿Qué?”, gritó Hiroshi. “¡Pero dijiste que si nos gustaba una respuesta, viviríamos!”

“Y van a vivir”, respondió Kuchisake-onna con esa sonrisa horrible. “Van a vivir para siempre. Conmigo.”

La Transformación Comenzó

La tienda empezó a oscurecerse, como si las luces se estuvieran apagando una por una. Pero no era falta de electricidad. Era como si la oscuridad fuera algo físico, algo que se extendía desde donde estaba parada Kuchisake-onna.

“Me han dado las mejores respuestas que he escuchado en décadas”, continuó. “Interesante, única, memorable, poderosa… Me han hecho sentir especial.”

El empleado, desde detrás del mostrador, gritó: “¡Corran, muchachos! ¡Corran ahora!”

Pero ya era demasiado tarde.

Cuando trataron de moverse, se dieron cuenta de que sus pies estaban pegados al suelo. No físicamente, sino como si una fuerza invisible los mantuviera ahí.

Los Nuevos Sirvientes

“Ahora ustedes van a ser mis ayudantes”, dijo Kuchisake-onna. “Van a ayudarme a encontrar más personas que jueguen mi juego. Van a ser mis ojos y oídos en el mundo de los vivos.”

Masa, que había sido el que dio la respuesta que más le gustó, fue el primero en sentir el cambio. Sus ojos empezaron a ponerse negros, como los de ella. Su piel se volvió pálida, traslúcida.

“No, no, no”, murmuró, pero su voz ya no sonaba completamente humana. “No quiero esto.”

Lo más cruel de todo era que podían sentir como su humanidad se desvanecía lentamente, pero sus conciencias permanecían intactas. Sabían exactamente lo que estaba pasando, pero no podían hacer nada para detenerlo.

La Transformación Completa

Uno por uno, los cuatro se transformaron en algo entre humano y espíritu. No estaban completamente muertos, pero tampoco estaban realmente vivos. Estaban atrapados en un limbo, obligados a servir a Kuchisake-onna para toda la eternidad.

“Ahora”, dijo ella, mirando hacia la ventana de la tienda donde ya se acercaba el amanecer, “tenemos trabajo que hacer. Hay muchas personas ahí afuera que necesitan escuchar mi pregunta.”

Los cuatro ex-amigos, ahora convertidos en sus sirvientes espectrales, asintieron sin poder controlarse. Sus voluntades ya no les pertenecían.

El Testimonio del Sobreviviente

El empleado, que había visto todo desde su escondite, logró escapar cuando salieron de la tienda. Corrió directo a la estación de policía, pero ¿quién iba a creerle? ¿Quién iba a creer que cuatro estudiantes se habían convertido en sirvientes de un espíritu vengativo?

Los reportaron como desaparecidos. Sus familias los buscaron por meses. Nunca los encontraron.

La Nueva Amenaza

Pero desde esa noche, los reportes de encuentros con Kuchisake-onna se multiplicaron. Ya no era solo ella preguntando “¿Soy bonita?” Ahora había otros. Cuatro jóvenes que aparecían en las calles, que hacían preguntas extrañas, que guiaban a la gente hacia callejones oscuros donde los esperaba la Dama de la Boca Cortada.

Hiroshi, Kenji, Takeshi y Masa ya no recuerdan quiénes eran antes. Solo recuerdan su propósito: encontrar más jugadores para el juego eterno de Kuchisake-onna. Y cada persona que logran llevar ante ella, cada alma que se convierte en parte de su colección, los hace un poco más fuertes, un poco más reales.

La Advertencia Final

Si alguna vez te encuentras caminando solo por la noche y ves a un grupo de jóvenes que te preguntan si quieres conocer a alguien “interesante”, “única”, “memorable” y “poderosa”… corre. Corre como si tu vida dependiera de ello. Porque probablemente sea así.

Y siguen ahí afuera, esperando.


Conclusión: La Leyenda Continúa

¿Realidad o Ficción?

La historia de Kuchisake-onna no es solo una leyenda urbana japonesa más. Es un reflejo de nuestros miedos más profundos: el rechazo, la vanidad, y la imposibilidad de dar respuestas “correctas” en situaciones imposibles.

Consejos de Supervivencia

Si alguna vez te encuentras con una figura que te haga la temida pregunta, recuerda:

  • No respondas directamente con “sí” o “no”
  • Usa respuestas ambiguas como “eres diferente” o “tienes tu propio estilo”
  • Mantén la calma y no corras inmediatamente
  • Busca refugio en lugares muy iluminados con muchas personas

El Legado del Terror

La leyenda de Kuchisake-onna nos enseña que algunos encuentros cambian para siempre no solo a quienes los viven, sino a todos los que escuchan la historia. Cada vez que alguien cuenta este relato, la maldición se extiende un poco más.

¿Te atreves a caminar solo por las calles oscuras sabiendo que ellos podrían estar esperándote?

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